Esta performance explora la resiliencia necesaria para enfrentar, superar y purgar el sufrimiento personal.
El duelo no autorizado o no legitimado es socialmente invisibilizado, silenciado y minimizado, convirtiendo el dolor en una carga pesada para quien lo atraviesa.
No existe permiso para el luto por un bebé abortado.

Numerosas mujeres, e incluso hombres, cargan con este duelo en silencio y en secreto.
Esta performance entabla un diálogo vital: el encuentro necesario con el otro, en un acto de comprensión que permite canalizar la energía para poder seguir adelante.